Me siento como si hubiera jugado una gran final de fútbol y la hubiera perdido. Triste, con ganas de afrontar el viaje de vuelta y de continuar mi vida después de esta experiencia.
No quiero decir que me haya ido mal, sino que sé positivamente que, dentro de un tiempo, como les suele ocurrir a los jugadores que pasan por decepciones de ese tipo, recordaré lo que hice en Chihuahua y pensaré que fue realmente grande.
Aquí nos han tratado maravillosamente, hemos cambiado nuestra percepción sobre México y hemos podido naturalizar ciertas características típicamente chihuahuenses. Pero, sobre todo y en la parte que me toca, he sentido el valor que tengo como investigador y docente, después de lo
mal acostumbrados que estamos en la UPV/EHU los jóvenes (ya no tanto) académicos.
Voy a echar de menos ciertas cosas como las gafas de sol a las 8:00 de la mañana en octubre, la buena cerveza a buen precio, la comida excelente a un precio más que razonable, las compras, todo un país por descubrir, a los compañeros del TEC, los amigos de Marielo y a los alumnos.
Y me voy, también, con ciertas preguntas como por qué nos complicamos tanto la vida o si realmente un piso o un coche valen tanto como nos cuesta.
Pero, sobre todo, el viernes tomaré un avión con la mente un poco más abierta. Seguro de que eel mundo es grande y diverso pero abarcable, que mi trabajo tiene quien lo valora, y que hay más cosas posibles que imposibles.
E insisto, será dentro de un tiempo, cuando empiece a colgar las fotos en mi Flickr cuando me dé cuenta de la amplitud de la oportunidad que acabo de vivir.
Muchas gracias a todos las que la han hecho posible, empezando por
Marielo, siguiendo por
Estefanía y terminando por mí, que el único motivo de mi estancia aquí es el trabajo hecho hasta ahora.
Que viva México.
1 comentario:
Oiga, ¿y qué me dice del fenómeno mariachi? ¿habrá post ex profeso? Despídete hoy de Chihuahua, pero estate seguro de que volverás...
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