viernes, 27 de julio de 2007

¿Qué es esto?


Sí, ya sé lo que son: esos odiosos altavoces que en las fiestas vascas (y estamos sólo a mitad de temporada, como las traineras) no paran de molestar (iguallico-igualico que los vecinos de Alaska). Bueno, mejor dicho, los que molestan son los que se gastan (atención) ¡¡¡10 €!!!, en el puto juguetito y luego lo amortizan pidiendo katxis de kalimotxo con el trasto en cuestión.

A todo esto, me he dado cuenta de que cada vez llevo peor lo de la contaminación acústica, y la comarca en la que vivo es un ejemplo perfecto de entorno ruidoso. Así que he hecho una pequeña lista (perfectamente ampliable) de esos odiosos elementos que perturban la paz del asfalto y hacen que, todos los días, desee irme a vivir a un pequeño pueblo, como un ermitaño:
  • Esos coches de macarras, negros y con algún carácter oriental pegado en el cristal que hacen rugir sus motores (para ponerlo a la tremenda velocidad de 60 kilómetros por hora) y que, sobre todo, nos obligan a todos a disfrutar de su equipo de sonido. Yo, la verdad, no entiendo la inversión de pasta, sobre todo para la mierda de música que escuchan.
  • Esas motos con escape libre con las que circulan los macarras que no tienen dinero para comprarse un coche. Sí, esas que hacen un ruido infernal para alcanzar la velocidad punta de 40 kilómetros hora.
  • El gilipopllas que se ha gastado una pasta en un todo terreno que no necesita y que toca el claxon prolongadamente sólo para saludar a un amigo junto al coche
  • Los voluntarios de la ambulancia y los policías de medio pelo que disfrutan dándole a la sirena cuando no hay nadie en la carretera que los moleste.
  • El que se pasea o entra en un vagón de metro o tren con un móvil que reproduce MP3 al tope de su volumen. Ya de paso, aprovecho, que tal vez alguien pueda responderme: ¿estos móviles sólo reproducen reaggeton y Marc Anthony o es una desafortunada casualidad?
  • Ese grupo de borrachas que chillan canciones de moda (y de mierda, por definición) y creen estar cantando.
  • Y, ¿cómo olvidar a ese vecino que comparte su único CD de ópera o música clásica y lo pone un domingo a la mañana con las ventanas abiertas para que todos sepamos cuan culto es?
En fin.

Para terminar, me encantaría mandar un mensaje a todas esas mentes menores que confunden ruido con diversión: sólo espero que os multen implacablemente si os corresponde y que algún día seáis conscientes, de pronto, del enorme ridículo que estáis haciendo.

Pasen buen verano (y tan silencioso como puedan).

(la foto es mía, ¿no veis lo mala que es?)

martes, 17 de julio de 2007

HumanitarianNet


La semana pasada asistí a un curso de verano sobre conflictos varios en la universidad de Deusto, y la verdad es que resultó realmente interesante. Su interminable nombre, este: Multidisciplinary Perspectivas on Peace and Conflict Research: A View from Europe.

Aquello fue, sobre todo, un meeting. Pues el centro bilbaíno se ha articulado en red con otras universidades para realizar estudios sobre conflicto y, por qué no, encuentros como el que me tuvo ocupado casi todas las mañanas de la semana 28 del año (las tardes no, porque había que formar parte de esas universidades para estar en las mesas redondas).

Resumir todas las ponencias es imposible sin aburrir (más), así que me limitaré a señalar que Federico Mayor Zaragoza estuvo bastante bien, que Betul Celik me resultó especialmente interesante porque planteó su exposición sobre el conflicto kurdo en Turquía de un modo familiar, y que Eduardo Ruiz Vieytez dio una explicación sobre el conflicto vasco a los presentes, de casi 20 nacionalidades, realmente sobresaliente.

Me resultó imposible asistir a la última jornada (ya contaré por qué, pero hay que dar un poquito de misterio al tema, ¿no?), así que me quedé sin despedirme de esa gente que celebras conocer porque así uno no se siente tan sólo en su rareza. Lo cojonudo es que tuviera que enterarme vía Barcelona gracias a otra compañera de raras aficiones (conflicto, política, comunicación... ¡qué pereza!): gracias, Cristina.

(en la fotografía aparecen, de izquierda a derecha, Carles Feixa, que ha realizado una investigación sobre los Latin Kinas y Latin Queens en Barcelona que dejó a todos con la boca abierta; Glenn Bowman, mejor moderador que ponente y un innegable madurito interesante; y Hans-Joachim Heintze, que estiró demasiado el chicle de las cortes internacionales)

jueves, 5 de julio de 2007

Yolanda Rojas Urbina


Así se llama la cónsul de Venezuela en Bilbao y la excelente anfitriona que el pasado 3 de julio montó un pequeño sarao en el hotel Ercilla (no me extraña que sea uno de los favoritos de los toreros que van a Vista Alegre, tan amantes como son ellos de las tradiciones) para aportar la visión oficial sobre la no renovación de la licencia de RCTV.

Para esta legítima y necesaria empresa se acompañó de Asalia Venegas, en apariencia una vieja profesora de clase muy alta de esa Venezuela polarizada (como todo Latinoamérica) en élites y los demás, y que forma parte de TVES, la cadena nacional que va a emitir en el espacio de RCTV. Y por otro lado Pascual Serrano, un valenciano que trabaja en Hispanoamérica desde la izquierda y que anda en Telesur, ese espacio televisivo alternativo en el que participan la propia Venezuela, Cuba o Bolivia entre otros.

Asalia dio un triple salto mortal intentando justificar la no renovación de la “televisora” contraria a Hugo Chávez por lo inapropiado de sus emisiones juveniles e infantiles en un país en el que la mitad de sus 26 millones de habitantes se encuentran en esta franja. Lo curioso es que, al mismo tiempo, sólo enseñaba imágenes del tratamiento informativo que RCTV dio al golpe de estado de 2002 que apoyó.

Serrano fue un poco más cabal y para no entrar en honduras se quedó en el mar Caribe de que la libertad de prensa no puede ser la libertad de que 200 ricos puedan emitir sus opiniones en sus propios medios.

Además, entre ambos ponentes insistieron en la idea de que los medios públicos son menos y menores que los privados en la república bolivariana de Venezuela.

Entre el respetable, pesados de ambos lados del Atlántico que usaron el turno de preguntas para exhibirse (¡cuánta hambre de micro tiene la gente!) y algún ilustre al que da gusto ver por Bilbao como Jean-Jacques Cheval.

(la pésima fotografía es mía, como no podía ser de otra manera. De todos modos, que Asalia dejara su bolso sobre la mesa –como buena señorona– y que los –pesados– que grababan el acto colocaran la bandera donde más jode para adecuar su micrófono, no me ayudó demasiado, la verdad)