viernes, 23 de mayo de 2008

Los cimientos de la UPV/EHU


Finalmente, Juan Ignacio Pérez Iglesias no repetirá como rector de la UPV/EHU. Muchos doctores con plaza y casi todo el Personal de Administración y Servicios han sido los que han votado "no".

Los primeros tenían una gran guerra por sus complementos salariales. Los segundos, como siempre, han decidido mostrar su queja permanente y su protesta.

¿Cómo se sentirá Iñako después de ver que su trabajo en, para y por la universidad no ha sido en absoluto valorado?

Pues puede preguntárselo a los becarios de su departamento, o a los de cualquier departamento, o a cualquier treintañero que hoy, último día para alegar los méritos en las bolsas de sustitución del profesorado, estarán haciendo cola en los registros.

Jóvenes a los que se les/nos obliga a recopilar todos los méritos y reordenarlos en beneficio de los evaluadores cada año. Que todos los cursos tienen que recordar lo pringados que han sido y siguen siendo, incluyendo certificados y credenciales que, en absoluto, transmiten las horas de trabajo y la dedicación que han llevado esos trabajos.

Candidatos con una formación excepcional que tienen que ver, sobre todo en algunos departamentos, cómo el año de trabajo fuera de la universidad vale varias veces más que un año de beca del Gobierno vasco, de Ministerio o de la propia universidad.

Cómo treinta artículos de opinión, recogidos también por otros medios, valen mucho menos que un año picando teletipos. Y que no tiene ni idea de cómo van a contar un proyecto internacional con más ilusión que recursos.

Élite intelectual relegada por trabajos mecánicos en empresas de renombre, que eso siempre pone a los departamentos. Gente con muchas horas en la universidad que se ve superada por ineptos en la academia que se matriculan en el doctorado después de conseguir trabajo como profesor. ¡Qué vergüenza!

Mileuristas (mentira: no llegamos) condenados a ser eternos becarios, mascotas de los departamentos que, en cuanto se acaban las becas, les despiden con una palmadita en la espalda al tiempo que reciben a gente que será muy buena en su trabajo (no lo dudo) pero totalmente incompetente en un espacio que les es desconocido, como la universidad.

He visto marchar a personas tremendamente válidas. A investigadores muy profesionales con los que he tenido el gusto de trabajar y compartir despacho y conversaciones. Y he podido comprobar cómo casi nadie se acuerda de ellos. O aún mejor, cómo hay gente que aún no sabe que estas personas ya no trabajan para la universidad. Que el departamento no ha sabido encontrar acomodo para los válidos mientras mantiene a los que no lo son. Y eso molesta profundamente, y no sólo porque sé que también me pasará a mí.

Los becarios estamos aquí para hacer nuestras tesis, sí, y para dar lustre a los departamentos, que los que no los tienen no dan buena impresión. Pero también para sacar adelante marrones, para hacer bulto y llenar aulas que se quedarían vacías, para asegurar docencias, para hacer trabajos menores pagados por debajo del precio y no reconocidos posteriormente.

Estamos para aguantar, y para someternos sistemáticamente a tribunales cuyos miembros no pasarían sus propias pruebas. Para que nos exijan idiomas quien no los tiene y nos aconseje formación quien carece totalmente de ella.

Para comprobar que hay catedráticos que nadie sabe cómo han llegado a ello y excelentes profesores que no llegan a cobrar 600 € al mes. Para que directores de tesis sumen otro cum laude por unanumidad estorbando más que ayudando y, por supuesto, despreocupándose de su discípulo a partir de ese momento (por suerte, ese no está siendo mi caso).

Hablo de mí, sí. Y de mis compañeros. De gente a la que aprecio, a la que quiero y a la que no, pero cuyo trabajo valoro y veo cada día. Y, por desgracia, puedo comprobar que no sirve para mucho.

De esa gente que hoy pierde de su tiempo para hacer cola, para que sus méritos sean mal valorados en las bolsas y no pueda explicarse (ni él ni nadie) cómo ha podido quedar por debajo de...

Señor rector y señores vicerretores, espero de corazón que se sientan mejor ahora que saben que hay muchos en esta universidad que podemos comprender qué pasa por sus cabezas hoy.

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