La violencia en Chihuahua

Esta es la mejor ocasión para decir que el león no es tan fiero como lo pintan.

Me refiero a que la violencia en Chihuahua no es tanta como parece. Pero es innegable que existe.

No obstante, lo más llamativo es el contraste entre la calle y lo que observas al llegar a casa. Lo explico: puedes pasear por las calles de la ciudad sin sentir más miedo que en cualquier otro país extraño. Lo normal. Es posible darte una vuelta y sacar fotos con un equipo bueno sin pensar que, en cualquier momento, van a asaltarte, por ejemplo.

Pero cuando uno llega a la habitación y pone el televisor, la cosa cambia. No sólo porque te enteras de las muertes, sino por el tratamiento informativo que se les da.

Lo mismo pasa a la mañana siguiente, cuando das un vistazo al periódico.

Los titulares son bastante amarillos, las fotos sangrientas y el tratamiento descarnado. Sin embargo, leyendo la pieza te das cuenta de que los asesinatos son, sobre todo, entre bandas de narcotraficantes.

Y los homicidios por robo son tan escandalosos como en Euskadi. Sólo que Chihuahua (el estado) es del tamaño de España. Y si bien es cierto que el número de muertes o asaltos es más alto que en la península, no lo es menos que, si se tienen en cuenta las circunstancias (que no sean ajustes de cuentas entre bandas o luchas por el territorio de la droga), no es tan escandaloso como nos cuentan, acá y allá.