viernes, 20 de junio de 2008

Martín y Eleni


Hoy mi vida va a cambiar. Por lo menos, lo va a hacer un poco más que el resto de días.

Hoy comienzo una convivencia larga e intensa con la persona más interesante, la tía más grande y, por supuesto, bonita, que he conocido. Pero como estoy completamente seguro de que habrá ocasión para comentar los extraños sucesos cotidianos de una convivencia en pareja en el siglo XXI, voy a permitirme hablar de lo que dejo atrás.

Martín y Eleni para mí son aita y ama. Y sobre ellos quiero escribir, precisamente, hoy, que entra en vigor el canon digital y que, finalmente, se sabe que María Dolores de Cospedal será la nueva Secretaria General del PP.

Sin duda, las dos personas que aperecen en la foto son las más importantes de mi vida, porque pusieron la semillita, el cariño en el que crecí, los esfuerzos para transmitirme toda su sabiduría y humildad, la paciencia con este cabezota (burugogorra, como se dice en euskera) y las oportunidades para conocer a todo tipo de gente, que no todos tenemos las mismas oportunidades, que por eso hay que saber aprovecharlas, y que la buena vida hay que disfrutarla, que en cualquier momento puede interrumpirse.

Sé que ama y aita sólo esperan una cosa de mí: que sea buena persona. Que sea como intentaron hacerme. Que tome mis decisiones sin dañar a nadie y que, además, me cuide y que cuide de quien comparte mi día a día. Y sólo desean otra: que sea feliz aunque sea bajo otro techo que no sea el suyo, bajo mi propio amparo ahora que ellos van a tener un poco más difícil darme cobijo.

Y si puede ser, que les comprenda. Que entienda que cada cosa que han hecho y las decisiones que tomaron fueron, todas y sin excepción, pensando en que era lo mejor para mí. Sin duda, ahora lo sé, un rato antes de lo que ellos se esperan: cuando un ingrato se vaya de casa 335 meses menos un día después de haberles sonreído por primera vez.

Lo que ellos no saben, porque a veces los chicos vascos somos demasiado brutos, es cuánto les quiero y que anoche, la última vez que dormí en casa de mis padres, lo hice con la almohada mojada, y eso que sé cuan bueno es lo que me espera en la que va a ser mi casa.

Tengo muchos motivos para sentirme orgulloso de ellos pero, sin duda, lo que me siento es tremendamente afortunado por haber tenido el privilegio de ser su hijo. Y tal vez un poco tarde, me he dado cuenta de cuánta culpa tienen ellos cada vez que oigo que alguien habla bien de mí.

Ama, aita, os quiero y siempre lo haré. Lamento que lo único que pueda hacer es daros las gracias. Gracias infinitas por todo.

2 comentarios:

Aner dijo...

Menudo cabrón...

Estoy en la oficina con los ojos acuosos y como me empiezan a mirar raro he soltado en alto un "maldita alergia".

Me quedan muy poquitos días en casa de aitatxu y amatxu y estoy viviendo estas últimas noches tal y como la describes. Aunque esté deseando tener mi espacio no puedo evitar ponerme nostálgico.

Sólo nos queda esforzarnos para que dentro de 35 años algún borrego o borrega se emociones un poco cuando se valla de nuestra casa.

Bijapi!!

Edu Araujo dijo...

Tus aitas hicieron un buen trabajo. Yo sólo puedo desearos paciencia, fe infinita en el otro y suerte!. Esta es una carrera de fondo, aunque algunos/as se lo tomen como un sprint... No tengo el placer de conocer a tu afortunada neska pero estoy seguro de que has sabido elegir bien y de que los dos crearéis un txokito del que surgirán txispas que lumbrarán algo más las penumbras que a veces oscurecn este jodido pero maravilloso mundo. No tardéis mucho en traer a este lado del espejo a ese "borrego o borrega" porque no está el universo para desperdiciar el cariño entre sólo dos!. Y nuestro Peio necesitará buenos amigos junto a él...
Un día tenéis que venir a casa a cenar y conocernos.
Zorionak bikote! Y enhorabuena sincera a Martín y Eleni ;P