Cuatro cerró ayer la cuarta temporada de House con un capítulo doble realmente memorable.
La serie, en sí, es buena. Y no sólo porque me lo parezca. Está fuera de toda duda que los guiones, más allá de lo imposible de que por ese hospital pasen todas las afecciones minoritarias, están bien escritos, y que el léxico y la temática no es apta para cerebros de 100 palabras al día.
Pero en ocasiones como la primera y esta cuarta temporada, los capítulos finales hacen que el resto no parezcan más que repetitivos preámbulos. Y el de ayer fue un ejemplo de cómo tratar una trama dura, incluso cruel, con tensión y momentos que, en manos de otros, no pasarían de auténticos dramones sin cuidado de qué los ha producido.
House va más allá, y su mérito está, precisamente, en buscar las causas, y en demostrar que toda causa tiene su efecto pero que, sobre todo, la vida sigue y los casos son sólo carpetas una vez que se resuelven.
Lo que cada vez me gusta menos es el uso que Cuatro hace de la serie. Que sí, que es suya y puede mangonearla como le venga en gana, pero no está demostrando que sepa tratar de otra manera que no sea comercialmente a sus productos estrella. ¿Falta de costumbre? Para muestra, una de las imágenes oficiales que puedes descargarte de su web: es de la segunda temporada.
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