miércoles, 10 de octubre de 2007

Una lástima

Como creo firmemente en que lo primero ha de ser la atención y reparación a las víctimas, quiero solidarizarme con Gabriel Ginés, herido ayer en el último atentado de ETA, y su entorno.

Después de la repulsa, condena o la convención que sea necesaria, y de la tremenda indignación, viene la pena.

La pena de volver al pasado, de pensar que no se puede construir un país de este modo, y de que todos los esfuerzos para resolver el conflicto han sido inútiles.

La lástima de que hay otra persona que, cada vez que se mire al espejo, va a recordar que es una víctima de ETA (¿y por qué?), y de que algunos discursos son tan repulsivos como la propia acción violenta.

Hoy todos tenemos un poco más de miedo que ayer, porque las bombas, por mucho que se empeñe esas víctimas antes de tiempo del PP, no hacen distinciones. Pero si alguien está notando el peso en los calzoncillos es Pernando Barrena, sobre el que posteba ayer mismo antes del atentado.

Por la tarde, Batasuna emitió un comunicado en el que se calcaban las palabras de su portavoz y, por supuesto, no se hacía ni una sola mención a lo execrable del acto terrorista. En una clara estrategia de “insistencialismo” (término que usa mi estimado Jonan Fernández pero para resolver los conflictos, no para joderlos más), pluralizando la metedura de pata del “nuevo ciclo de violencia”, todo sea por que no les encarcelen a otro miembro.

No obstante (y ya termino), en momentos como este creo que hay que recordar, cuanto menos, las posibilidades del diálogo y de los juicios justos y sin tortura previa.

Que no nos ciegue la ira. Que no tengamos que lamentarnos nuevamente.

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