miércoles, 3 de octubre de 2007

Borja Thyssen obtiene una beca

Que no cunda el pánico, os recuerdo que esta serie consiste en sugerir lo que puede faltar a ciertos personajes populares para que todos los anónimos nos decidamos a odiarles definitivamente y para siempre.

Y creo que lo peor que nos podría pasar a todos es que este morlaco, karateka frustrado de vocación (dicen que su querida madre tuvo un affaire con el profesor particular de artes marciales del niño), recibiera una beca ADO para representar a esta España socialista, que es la que más saca la cara a reyes y aristócratas, en las próximas olimpiadas.

Es que el chaval ahora va a ser padre con ese pibón (atiéndase especialmente a la ironía de ensalzar a una oxigenada que enseña más tanga que ojos gracias a las gafas de pantalla y que no podía ser otra cosa que la novia del cachas) y, claro, con algún sueldo tendrá que comprar pañales a la criatura.

Hablando en serio, dicen que Borja (no podía tener un nombre más adecuado) se ha gastado una fortuna (tranquilos/as, seguro que tiene varias) esta última temporada en la que se ha dedicado a llenar de cariño y regalos a la madre de su futuro churumbel.

Haciendo psicología de todo a cien, podría ser que, en el fondo, el hijo adoptivo del varón (emparentado a media distancia con negros personajes de la historia alemana, ¿o se pensaban que no nos íbamos a preguntar de dónde sale una de las colecciones de arte privadas más importantes del mundo?) sólo quería llamar la atención de su madre después de que ésta se comprara dos niños (¿no le han aplicado la norma por la que debe haber un máximo de edad entre la adoptante y el adoptado?).

La cosa es que el colega tiene dinero para aburrir, pero los yates y las villas en Ibiza no son gratis y, claro, una ayuda del Estado pues siempre se agradece. Y además, de este modo el Ministerio lleva a cabo una pequeña obra social y hace feliz a este pobre chico tan falto de cariño materno.

Sólo un consejo, Borja: si finalmente vas a la olimpiada, avísales de que no te golpeen en la cabeza otra vez. ¡A por el oro, chavalote! Pero no lo fundas para hacerle un sellaco a la churri, ¿eh?

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