Mañana escribiré mi último post desde tierras mexicanas con pena, lo reconozco. No obstante, como será un pequeño recordatorio de lo bonito, creo que también hay que hacer mención a lo que no ha sido tan grato:
El chocomilk es lo que viene a ser nuestro Cola Cao. Personalmente, el sabor a canela por las mañanas acompañando al del chocolate se me hace un poco dulzón.
Aquí tienen un preparado de esos que, al leerlo, uno pone cara rara (la misma que si un mexicano va allí y descubre una rareza alimenticia), el clamato. O lo que es lo mismo: zumo de tomate con almeja, una mezcla a la que, además, se le suele añadir cerveza (con lo rica que está la cerveza sola).
La michelada es otro modo de "estropear" (entiéndaseme bien, por favor) la cerveza añadiendo, esta vez, sal, limón y una sustancia que la agría por completo.
La salsa valentina es una salsa un poco picante que le echan a las botanas o aperitivos. Sin duda, tiene un sabor especial y su nombre es muy significativo, ya que la Valentina era una adelita o, lo que es lo mismo, una de las mujeres que, durante la revolución cocinaba, hacía de enfermera y pegaba tiros en el frente.
La gelatina de postre ya no me gustaba allá, pero la repetición en la comedor de la universidad de aquí ha sido un poco... dura.
Las distancias. Chihuahua está diseñada para que las cosas queden demasiado lejos para ir andando y, en ocasiones, tan cerca que en cinco o diez minutos en coche has llegado. Eso sí, aparcamientos tienen para regalar.
Y algunos servicios sociales como las bajas o las jubilaciones. Pero eso es cosa del gobierno, que tiene que poner más carne sobre el asador del bienestar de los ciudadanos.
Lo demás, me ha encantado, sobre todo las hamburguesas con aguacate, el tequila, la leche de galón (igual que la de brik pero a uno le hace más ilusión), las sincronizadas, los burritos, los tacos, las tortillas (de maíz o de harina), las paletas (helados) el queso menonita y el asadero...
Pero sobre todo la gente, su amabilidad, la cantidad de regalos que nos llevamos y, por supuesto, los compañeros del TEC y los alumnos.
Vamos, que era lógico que algo no me gustara, ¿no?
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Hace 41 minutos
2 comentarios:
Pues yo probé el Clamato y sí me gustó. Tiene un sabor raro, eso sí, pero entra fácil, es exótico y me recuerda al zumo de tomate pero en menos denso... ¿Me traes una botellita para acá, plis?
Aaaarggg! Qué mal suena eso de almeja con zumo de tomate... y cerveza!
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