lunes, 5 de mayo de 2008

El rey del pollo frito

Ramón Martínez, AKA Ramoncín ha sacado un disco nuevo. Bueno, mejor dicho, ha sacado el disco de siempre con una nueva portada y un pretendido nuevo lustre.

Lo reconozco, yo también tuve una época en la que me sabía sus letras, y hasta tengo una cinta de cassette grabada con un disco suyo. Vamos, pirateada, sólo que cuando me hice con ella no se llamaba así.

La cosa es que cuando empezó el tema del pirateo, el otrora punky se convirtió en el gran defensor de una gran empresa como la SGAE. Y ahí empezó el eterno atardecer de un músico y un personaje que no supo salir a tiempo de su megalomanía.

Porque este tipo tiene en su currículum haber batido un record con el Lingo, haber escrito un libro que forma parte del saber popular como El tocho cheli, y haber sido quien amenazase con una hostia al odioso padre Apeles.

Pero también es posible recordar al Ramoncín gallo, un tipo duro que ha entendido mal eso de ser el más chulo del barrio y que nunca se ha equivocado, según él y sus circunstancias (leáse obras), y que dice reírse de sí mismo con bastante poca gracia, la verdad.

A lo que voy: ¿cómo coño vendes a un tipo al que odia todo el mundo? Personalmente, haría una campaña jugando con el top manta cuando era una TDK virgen grabada en un loro, y recordando a los que hoy tienen su edad que un día todo el mundo fue joven y divertido. Que los problemas vinieron luego.

Eso sí, omitiendo que, en el caso de Ramoncín, él fue quien se los buscó.

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