Sigo con mi firme propósito de hablar, sobre todo, de comunicación más que de política. Así que, ¿cómo iba a dejar de lado la marcha del que más conflictos ha generado cuando comunicaba en los últimos años?
Eduardo Zaplana deja la política. Ha preferido ser un ejecutivo medio-alto (dicen que su sueldo será de un millón de € al años, sinceramente: no me parece tanto) a un Diputado raso. Y me parece loable. Él sabe (y todos sabían) que no iba a saber comportarse en ese nuevo estado. Que, aunque fuera simplemente por la costumbre, iba a hacer declaraciones y dar su opinión, y ha prederido evitar los problemas derivados firmando por Telefónica.
Cuando se anunció que el siempre-moreno Zaplana dejaba el cargo de representación, ya comenté que el murciano me caía simpático. Y que su imagen de bon vivant encajaba extravagante pero efectivamente en la comunicación de cosas serias.
Y a esos pacatos (me ha sorprendido que Llamazares esté entre los escandalizados) que se llevan las manos a la cabeza porque un ex ministro se llevara tan bien con una empresa privada hasta el punto de crearle un puesto, he de decirles que, sinceramente, creo que es mejor un dirigente capaz de llegar a ese tipo de apaños, que un tipo que tenga un cargo público y que, a su jubilación, le espere el paro. Menudo tío (o tía) más poco efectivo si no es capaz de saber gestionar bien los beneficios de su trabajo.
miércoles, 30 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario