martes, 20 de mayo de 2008

Cuando sobran gilipollas

ETA atentó la noche del domingo al lunes contra el Real Club Deportivo El Abra. Un sitio de encuentro de ricachones ubicado en medio de un paseo en el que las propiedades son completamente inaccesibles para un hipotecado medio.

Lo horripilante del tema es que (y me abstengo de decir los nombres de los pecadores) hay quien no condena con tanta energía este tipo de actos. Y no me refiero a políticos, que estos tienen que ser igual de firmes en todos los casos. E incluso el socialista Patxi López se reúne en este selecto club con empresarios.

Sino a la gente de la calle. Esa que no desprecia tanto este atentado porque ha ido contra gente de clase alta.

A ver cuándo nos damos cuenta de que un muerto en acto de servicio es un muerto y unos destrozos en casa del rico también son unos destrozos.

Parece que ETA saque lo peor de cada uno de nosotros.

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