lunes, 3 de diciembre de 2007

La violencia engendra violencia

En un fin de semana que de cualquier modo hubiera sido informativamente importante, con la detención de los condenados por las causas del 18/98, y el nombramiento de Iñigo Urkullu como nuevo presidente del PNV, ETA ha tenido que ensombrecerlo todo con otra trágica noticia.

El asesinato de un Guardia Civil y el grave estado en el que han dejado a su compañero sólo merece la más firme condena y la mayor repulsa.

Todo lo que no sea eso, no debe valer.

Si es cierto que quien disparó a la pareja de agentes eran los mismos que habían atentado en Durango y lo habían intentado en Getxo, no extraña que, finalmente se acabaran liando a tiros. La mayor desgracia es el resultado, del que sólo hemos visto la primera parte.

Al que detengan y acusen de lo sucedido, lo reclamará Francia para, seguramente, condenarlo a cadena perpetua.

Ante estos hechos, la injusticia que se está cometiendo (y este es un juicio personal deducido de la observación de lo ocurrido) contra la izquierda abertzale, o las ganas de Urkullu de dinamizar el conflicto con el objetivo de resolverlo, quedan en un segundo plano.

Una auténtica lástima.

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