A ver, que ser vasco está muy bien. Eso de vivir en una tierra en la que se lleva hablando la misma lengua durante milenios, en la que la mezcla de grupos humanos sin perder las raíces comunes es una constante, en la que el nivel de vida es uno de los mejores, etc., a uno le animan y le hacen coger fuerzas ante los graves problemas que, además de todo eso, vivimos: violencia directa, indirecta y estructural, amenazados, un conflicto político altamente inflamable y al que muchos le echan más gasolina...
Pero, si me hubieran dejado elegir antes de nacer, seguramente, hubiera dudado entre ser vasco (algo que no cambio porque no cambiaría por nada a mi familia, mis amigos y mi futura compañera de piso), y ser nórdico.
¿Sueco, danés noruego o islandés? Esa sí que es una duda existencial, y no la que se me presenta cada vez que voy a comer a un buen restaurante y no sé qué plato elegir porque me gustaría probar todos.
Supongo que voy por días, y es que hoy quisiera ser islandés. El motivo: que han sido los primeros en decir que a tomar por c... los combustibles fósiles. Que viva el hidrógeno.
Una vez más, el norte de Europa se ha adelantado al resto del mundo y se ha liado la manta a la cabeza, dentro de su autarquía, para darnos una lección sobre que el que quiere, puede.
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