“Me ha debido de sentar mal la cena” o algo parecido es lo que seguramente oiría Ana Botella la noche que el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, dijo esto. Ni yo ni nadie que no sea su señora esposa va a saber si aquella noche sucedió lo que toda buena toriija conlleva: excusas estúpidas, vomitona y resaca. Pero me temo que ni a mí ni a muchos nos extrañaría.
Si en el post anterior defendía que había que tener cuidado con lo que se decía sobre alguien en quien confiaron diez millones de votantes, no es menos cierto que cuando mi compañero de despacho, Miguel Ángel Casado, me comentó las declaraciones, no pude evitar que se me escapara un “hace falta ser imbécil...”, antes de saber quién las había pronunciado.
Así que, desde este humilde blog pido disculpas a todos los que creyeron que Aznar iba a ser un buen presidente porque, unos días después, me ratifico: ¡hace falta ser imbécil! Pero es que también hay que tener cuidado de qué dice de uno mismo (menudo trabalenguas) la persona que se ganó la confianza de tanta gente (a la que no estaría de más dedicar una disculpa).
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Hace 56 minutos
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