La ministra de Defensa, y una de las integrantes del nuevo equipo de Zapatero mejor valoradas, representa, ella sola, que el medio es el mensaje.
Y es que su nombramiento ha sido comentado, sí, pero tampoco ha extrañado tanto ver a una mujer al frente del ministerio de los ejércitos. Por supuesto, nadie duda de que a más de uno (y una) se le han revuelto las tripas. Pero lo mejor es que no han podido alzar la voz.
Esta victoria de lo políticamente correcto (y de lo más lógico: que no importe el género) ha sido posible gracias a los ataques de la ley de paridad y de igualdad de género. Normas que, por cierto, en Euskadi, se han llevado con escrúpulo desde el primer momento por el Gobierno vasco, pese a que los más interesados señalen siempre a los alardes.
Porque he de reconocer que yo no estaba muy seguro de que la discriminación positiva fuera a ser útil. Me costaba pensar en que cualquier tipo de discriminación pudiera valer para algo. Pero me alegro de haber sido convencido con hechos.
Por otro lado, el feminismo (como movimiento dedicado a promover la igualdad plena de derechos) está ganando pasos al machismo (como odioso y vergonzoso pensamiento de que el hombre es superior), pero las primeras no consiguen quitarse la imagen de ser un grupo de mujeres agresivas con camisetas moradas. Y es que sus errores en proyección de imagen darían para una investigación muy extensa.
lunes, 28 de abril de 2008
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