lunes, 21 de enero de 2008

Ilegalizados

A ANV y a EHAK todo el mundo les augura un futuro muy, muy negro. Y no es para menos: la sombra de la ilegalización les cubre por completo, pero en ambos partidos nadie hace nada para esquivarla.

El anuncio de la primera de las formaciones de que tenían intención de concurrir a las elecciones de marzo fue también la noticia de su defunción. Algo con lo que, insisto, ellos mismos contaban.

¿Que no? Que sí, hombre, que sí. Vas a ver:

No sólo ya porque en Ferraz habían hecho sus números y estos eran más favorables con la ilegalización de la más antigua escisión del PNV. Si no porque, en el caso remoto de que pensaran “si ni con eso nos van a ganar estos del PP” y lo dejaran pasar, no iban a permitir la presencia de un solo diputado de ANV en el Congreso.

Antes muertos que con silla un vasco malo.

La propia izquierda abertzale se ha jactado siempre de que no les hacía falta estar presente en el Parlamento de un país que no reconocía. Así que la maniobra de los de ANV busca, a todas luces, el conflicto.

Lo que pasa es que, de rebote, EHAK, el partido de “las Nekanes” según Jiménez Losantos, también se va a ir por el retrete.

Y si, en el fondo, me da un poco de pena ver cómo un partido de 77 años desaparece por la apropiación que han hecho los de siempre de él, a las que no voy a echar de menos son a las antilibido del Parlamento vasco. Y no sólo por eso: su altura y calidad política es de lo más vergonzoso que ha pasado por Vitoria-Gasteiz jamás. Sólo hay que ver su postura corporal en el escaño: pasan de todo, incluido quien les ha votado.

De todos modos, insisto en la necesidad de una izquierda abertzale asentada, en la que alguien con un poco de idea de política pueda tener una continuidad y presentarse y ser elegido por la parte de la sociedad que le considera su opción, aunque no sea la mía. Y ya, si condena la violencia, miel sobre hojuelas, que dice el antiguo y pastelón dicho castellano. Pero me alineo con los conflictólogos que reclaman un diálogo aun con violencia y sin mirar a las condenas para ser el primero en chivarse al juez: “Ese no ha condenado la violencia, profe Garzón, ese no ha condenado la violencia...”.

Como decía Imaz: un país plural necesita una representación plural.

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