Mariano Rajoy dijo en voz alta y en un momento poco oportuno, que no participaría en un debate preelectoral con José Luis Rodríguez Zapatero en la televisión pública española por ser “gubernamental”.
Menuda cagada.
Cagada porque el beneficio que saca es, a todas luces y a falta de información más privilegiada, bastante pírrico.
Dicen que las fontanerías han pactado dos debates que se repartirán entre cuatro de las televisiones generalistas: TVE, Tele5, Antena3 y Cuatro. Con lo que dijo Rajoy, está neutralizada una de las cadenas favorables a la otra parte, con lo que se asegura “jugar en casa” (Antena3 o Tele5) en uno de los dos debates, por lo menos.
En el PP pensarán que, además, da igual, porque la tele pública ha de someterse a un marcaje legal férreo y, gracias a ello, por mucho que quieran, no podrán boicotearles. Pero eso, además, es subestimar a muy buenos profesionales con muchas ganas de devolver el “favor”.
Finalmente, lo peor es la lectura que se desprende de tan desacertada intervención: pues que a Rajoy, si gana, no le temblará el pulso a la hora de convertir a TVE en la tele del PP.
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