A estas alturas de la semana, doy por hecho que con el título de este post todo el mundo sabe a qué (o quién) me refiero.
Sí, a ese impresentable racista que golpeó a una menor en un tren en Cataluña.
No obstante, y para variar, no creo que la cárcel sea un sitio adecuado para este sujeto (obviamente, tampoco el paredón). De hecho, creo su ingreso en prisión le radicalizaría porque, en el peor de los casos, la comunidad latina tomaría represalias contra él. Y eso, en vez de solucionar un conflicto, lo pondría en situación de escalada.
Sin embargo, la presión y el rechazo social que se está ejerciendo sobre él es, a mi juicio, en todo punto acertada. Y la dureza con la que se le está tratando debe servir de lección a otros mentecatos como él.
Para terminar, no creo que se deba ocultar su rostro ante los medios, pues la tolerancia cero debe estar siempre presente para hacer frente como sociedad a actos y personajes como este.
Actualización: Sergi Xavier Martín se llama el "angelito". Lo sé porque su nombre aparece en la portada de El Mundo. Y su persona en la primera de El País digital.
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