lunes, 17 de septiembre de 2007

Hay algo que echo de menos

Yo fumaba. Y desde hace 21 meses sigo acordándome de ello de vez en cuando.

Sí. Lo dejé cuando entró en vigor la famosa ley antitabaco del gobierno Zapatero. Esa tan blanda y que pretendía dar otro golpe de efecto más que regular realmente el derecho a un acto tan insalubre en espacios públicos.

Pero hay algo que echo aún más de menos.

Yo escribía.

Y lo hacía realmente mal.

De hecho, lo hacía fatal. Y lo que más lamento es que, además y como cuando fumaba, molestaba con ello a los que estaban a mi alrededor: a mi padre le pedía que imprimiera mis horribles historias, a mis amigos les aburría con delirios de grandeza e incluso les obligaba a leer los textos que perpetraba, y al bueno de Juan, mi estupendo profesor de literatura y un excelente escritor, le daba el más absoluto de los peñazos con el tema.

Incluso intenté impresionar a la que hoy comparte hipoteca conmigo haciendo alarde de mi (ahora sé que poca) habilidad de juntaletras.

Hasta que tomé la decisión de dejar de hacerlo. Supongo que me entraría la cordura y, en el fondo, abandonar eso de inventar ficciones supuso tomarme en serio mi ¿carrera? de investigador. No lo sé, algún día espero darme cuenta de lo que pasó (o ser sincero conmigo mismo).

Pero os aseguro que, con esto sí, no ha pasado ni un solo día en estos años (más de tres) en el que no haya recordado que una vez lo hacía. Que podía pasar lo que sea, que mis personajes inventados (y mal diseñados) seguían ahí y mis historias (planteadas sobre bases poco sólidas) continuaban.

Eso es lo que echo de menos. De fumar me acuerdo, pero me siento orgulloso de haber abandonado el hábito.

Pues ya lo he dicho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aun guardo muchos de mis horribles poemas y mis redacciones. Son una prueba patente de que podemos mejorar. Pero no hay nada mejor para dejar de incordiar a los demás que dejar el tabaco.
:)