Hablamos de otro tipo de comunicación de conflicto: películas y libros. Y para seguir, quiero empezar por una de la más recientes: The Backwoods, de Koldo Serra, estrenada este mismo año 2007.
La cinta, con una (desafortunadamente) corta vida en las carteleras, cuenta la historia de dos... En realidad, no hace otra cosa más que exponer conflictos: personales, matrimoniales, culturales, familiares, internacionales (sí, sí), etc., todo con una buena dosis de acción (en la que el Koldo se desenvuelve magistralmente pese a ser su primer largometraje) y una pizca de violencia –en mi opinión totalmente justificada–, como no podía ser menos por parte del responsable de Fotomatón, Amor de madre o El tren de la bruja.
De hecho, eso es lo que la trae a este blog: la escena de la violación, las persecuciones o cada una de las muertes transmiten toda la angustia y tensión que el espectador merece. La propaganda política es ruda, vasta, está sin refinar y va directamente al estómago, por eso es tan efectiva en regímenes totalitarios y basados en una personalidad (Stalin, Hitler, Mao...). Y ahí, al estómago, es también donde va la historia de Bosque de sombras: pura comunicación de conflicto.
Al margen del buen trabajo de Serra, definitivamente, en el cine español hay una ideología que hay que erradicar: la manía que tienen los productores de doblar todo lo que se pueda (que ni Bender de Futurama), con lo que la película pierde algún que otro entero. En fin... Pese a no tener el reconocimiento que merece, os aseguro que merece la pena, y me apuesto una caña a que la veremos en los Goya (apuntaos en los comentarios, retadores).
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